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Helicón... Taller de exploración de la palabra. Surgió en el Taller de Arte de Diag. 73 Nro 2065 como un espacio de lectura y escritura grupal. Se transformó en otro espacio de intercambio de alegría, escritura, lectura y anécdotas de 7 mujeres con ánimo de "decir". Y para decir al mundo, nace este lugar que da vida y se nutre de comentarios y textos del Taller con el afuera. Integrantes: Victoria Guzner Delia Urretaviscaya Patricia Cuscuela Patricia Crescenzo Mariana Quintana Lorena Rodríguez, Alicia Canutti, Mabel Nuñez y una especie de guía, quien escribe esta presentación: Analía Rodríguez Borrego. Bienvenidos!!

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lunes, 20 de mayo de 2013

AUTORRETRATO, de Mabel Nuñez


Soy muy intolerante con lo que me desagrada y también con lo que me gusta si alguien me lo presenta como imposición, creo que lo adquirí al nacer, cuando la obstetra, en lugar de convencerme por las buenas de que respire, me obligó a hacerlo moliéndome a golpes. Era la costumbre de la época, seguro me marcó, porque desde que tengo recuerdo no acepté órdenes, lo que me trajo muchos problemas especialmente con mi padre, que tenía mi mismo carácter podrido.
Detesto la cumbia, el cuarteto y el rap. Si un vecino escucha esos ruidos molestos, le respondo con música a un volumen más alto y, si me ocurre en un taxi, no puedo evitar protestar antes de ponerme auriculares con mis canciones preferidas, en su mayoría tristes y dramáticas, a tal punto, que una de mis mejores amigas  me dijo que cuando quiera suicidarse, si le falta coraje, le bastará con escucharlas para tomar la decisión indeclinable. Si no fuera porque siento la libertad como el bien más preciado, cuando pasa un automóvil con ese bochinche a unos decibeles que me enfurecen, le pediría a un viejo amigo que colecciona armas, una que tiene una mirilla con rayo láser para no errarle, no me perdonaría destruir a un inocente, tengo un gran respeto por la vida.
Recibo las visitas de amigos, compañeros o conocidos con gran complacencia, porque lo hacen porque si, porque quieren y me aprecian. En cambio los parientes, que a mi pesar heredé, a excepción de mi querido hermano político, me resulta una molestia. Nunca me aceptaron tal cual soy, ante sus ojos de amas de casa perfectas y esposas tolerantes, soy un desastre. Pero insisten en mantener el contacto porque nos une, no el afecto, sino un rollo de ADN.
Cada vez que por causas de fuerza mayor, debo consultar a un médico, voy preparada para contradecir y dar por terminada la entrevista de malas maneras:
logran cambiar en un segundo mi habitual amabilidad. No pasa lo mismo con mi psicoterapeuta, con quien las peleas son tan equitativas, que le tengo cariño.
Soy amargada y pesimista, pero no me gusta andar por la vida sembrando ortigas, por lo que desarrollé un gran sentido del humor, que suele ser urticante.
Muchos dicen que de lo malo pudieron sacar algo bueno, yo en cambio busco en lo bueno algo malo, y siempre lo encuentro. Hace un año, una amiga, recurriendo a hábiles tretas que me impidieron rechazarlo, me trajo un gatito abandonado. Es cariñoso, me brinda compañía, duerme en mi cama, me sigue por toda la casa, de la que le quedan pocas cosas por destruir. Si no respondo a sus demandas grita como torturado y, su medular curiosidad me desequilibra y desespera. Esa linda y dulce bestia a la que adoro, hace mi vida miserable.
 

2 comentarios:

  1. Buenísimooooo Mabel, cómo me divertí leyéndolo...

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    1. Gracias Alicia, que bueno que te hayas divertido. Besos.

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