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Helicón... Taller de exploración de la palabra. Surgió en el Taller de Arte de Diag. 73 Nro 2065 como un espacio de lectura y escritura grupal. Se transformó en otro espacio de intercambio de alegría, escritura, lectura y anécdotas de 7 mujeres con ánimo de "decir". Y para decir al mundo, nace este lugar que da vida y se nutre de comentarios y textos del Taller con el afuera. Integrantes: Victoria Guzner Delia Urretaviscaya Patricia Cuscuela Patricia Crescenzo Mariana Quintana Lorena Rodríguez, Alicia Canutti, Mabel Nuñez y una especie de guía, quien escribe esta presentación: Analía Rodríguez Borrego. Bienvenidos!!

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jueves, 7 de noviembre de 2013

La prima Marga

     Los minutos pasaban y él no llegaba. Carmen comenzó a impacientarse. Cuando decidió que la espera había terminado, un mozo se acercó con un ramo de flores y una tarjeta que decía “Estás hermosa”. 
     Carmen vivió casi la mitad de su vida sola, aceptó que si no se rendía a los nuevos tiempos, no podría cumplir uno de sus más importantes sueños, había llegado el momento de ocuparse del tema.
     Hizo un repaso de su historia, primero se había dedicado a estudiar, se graduó con honores y se dedicó a viajar por el mundo. Después agregó títulos y posgrados. Luego, un buen trabajo y su obsesiva dedicación para forjarse una carrera, la habían mantenido ocupada. 
     Era de las mujeres que despotricaba con sus amigas en contra del valor que tenían la belleza y la juventud, comparadas con otros valores que ellas poseían. En sus charlas, la pareja también era un tema recurrente y una de las asignaturas pendientes de Carmen. Cuando tomó conciencia de eso, fiel a su personalidad, trazó un plan de acción y se puso a trabajar en él.
     Sin dejar de lado su profesionalismo, definió el objetivo: planteó claramente las metas y asignó los tiempos a cada suceso, para que el proyecto fuera exitoso. Midió los recursos necesarios para cada acción y al sopesarlo, con la gratificación que le brindaría el resultado, decidió que esta vez, trataría de correrse de los vicios profesionales y olvidaría optimizar los recursos. 
     Comenzó haciendo una lista de todos los posibles candidatos que conocía, en la que incluyó desde el gerente del banco del que era clienta, hasta el paseaperros que cruzaba con su manada cada mañana y la saludaba con una sonrisa. 
     Luego analizó los lugares posibles donde conocer personas.  
     –Mejor fuera del trabajo - se dijo y puso en el listado el supermercado, el cine, el estacionamiento y hasta el gimnasio, lugar que hacía años no pisaba. Y no tenía intenciones de hacerlo. 
     Entre todas las opciones, se decidió por internet. Las ventajas consistían en que lo haría desde su casa, en cualquier momento y se sentiría cómoda al no mostrar su imagen, esa parte suya a la que no se había dedicado. 
     Se sentó un sábado de lluvia frente a la PC de escritorio, la prefería a la notebook, era de su generación. Empezó analizando y comparando páginas de citas. Todas tenían búsquedas por edades e intereses, algunas pedían más datos y ofrecían mayor confidencialidad. Eligió la que le brindaba mayor seguridad. 
     Se preparó un café y creó su perfil. Escribió sin faltas de ortografía todo lo referente a su formación, películas y libros favoritos, comidas preferidas, idiomas que hablaba y países que deseaba conocer. Dudó en poner el año de nacimiento aunque apretó enter. Cuando llegó a ‘Cargar fotos’, en un acto desesperado subió una de lejos de su prima Marga, más delgada, atractiva y joven que ella. 
     A la hora de elegir el nick se le ocurrió Medicen_charlotte, original y sugestivo, pensó.      Fue lo mismo que pensó Carlos. 
     El viernes a la noche abrió la bandeja de entrada y vio como titilaba la pantalla, había recibido varios mensajes. Entre algunos desubicados y otros poco interesantes, uno que la sedujo. 
     Hizo click en el perfil de Carlos y se desplegaron varios renglones que daban cuenta de sus cualidades y gustos, se decía caballero, compañero, le gustaban los animales, las plantas, la música, disfrutaba de la compañía de amigos y familia. Le gustaba su trabajo y estaba comprometido con él. 
     Había en el perfil una sola foto, y mostraba a un señor morocho, bronceado, alto, con un cuerpo atlético que se destacaba sobre un fondo de aguas cristalinas. A Carmen le pareció buen mozo. Dedujo que le había escrito porque la descripción física de la mujer que él buscaba, coincidía con la de la prima Marga. 
     Carmen respondió con un mensaje corto, para ocultar el miedo que la apresaba, pero se fue olvidando de esos detalles cuando comenzaron a chatear. 
     Se citaron en la red un martes a la noche y para el viernes, ya fueron el uno para el otro. El hombre le contó anécdotas divertidas, y se interesaba por todo lo que ella le contaba, coincidieron en gustos y aficiones. Carmen volvió a tener Fe. 
     Chatearon todas las noche durante un mes y medio. Aunque entró en pánico el día que Charles, como le decía cariñosamente, la invitó a que se encontraran. 
     Inventó un viaje por trabajo que la tendría afuera un par de meses, partiría esa misma semana, tenía que organizar las valijas, quien cuidaría de su casa, las plantas, el perro, las carpetas que debería llevar y establecer su agenda de reuniones. Prefería dejar el encuentro para su vuelta. 
     Mientras se conectaba a horas extrañas para evidenciar la diferencia horaria y le contaba a Carlos las peripecias de abrir una oficina en Bogotá, Carmen visitó al nutricionista, sacó un pase free en el gimnasio, y consultó a la esteticista. Implementó tratamientos con electrodos, ondas rusas, ultracavitacion, peelings. Compró cremas de placentas de animales exóticos y hasta quizá, haya pasado por el cirujano. 
     En esos casi dos meses, Carmen se fue obsesionando con los tratamientos y con los resultados. Se miraba incontables veces al espejo, contaba las calorías consumidas y hasta las que gastaba a cada paso con un reloj deportivo con esas funciones que compro en internet. Su carácter siempre sereno se fue alterando y ni siquiera se juntaba con sus amigas a tomar el té para no tentarse con las masas. 
     Cuando el cambio fue evidente, el deseo de encontrarse con su hombre creció, y la mentira se hizo insostenible. Anunció su regreso. 
     Trató de disipar su ansiedad con una técnica que aprendió en un curso de respiración y era la primera vez que utilizaba. Se tomó el día en el trabajo y se internó en el spa, se hizo la manicure, fue a la peluquería y pasó por el shopping a comprar alguna cosita que la hiciera sentir una diosa. 
     Antes de salir se miró al espejo, ya no había gran diferencia con su prima. 
     Cuando Carmen entró al restaurant, Carlos aun no había llegado, se sentó en una mesa y esperó. 
     Los minutos pasaban y él no llegaba. Decidió terminar la espera y en ese momento, el mozo le acercó un ramo de flores. 
     Carmen sonrió y dirigió la mirada hacia la barra. Desde allí, haciendo un guiño, se acercaba un señor que rengueaba, era petiso, con poco pelo, barba blanca y anteojos anticuados. Tenía una cicatriz en la frente y una prominente panza.

Julia 
octubre 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

CADA DOS DIVORCIOS, UN MATRIMONIO



Según  la Dirección de Estadísticas y Censos de esta Ciudad, en el último    año, la cantidad de divorcios duplica a la de matrimonios celebrados.                      Ante esta noticia, hemos realizado entrevistas destinadas a conocer los causales, y obtener conclusiones sobre esta situación y la confiabilidad de dichas proporciones:
Las parejas recién constituidas, expresaron que el amor que se profesaban los mantendría unidos de por vida, y les permitiría sortear cualquier inconveniente. Siendo desestimable el porcentual dubitativo.
Entre los que llevaban entre 3 a 5 años de casados, la mitad dijeron que aquello que esperaban sería eterno, ahora lo intuían como transitorio y los que creyeron en un amor de cuentos, era solo eso, un cuento. Varios dejaron caer entre sus manos la frente cansada
Mario quiso relatarnos lo que le ocurría -Nora es buenísima, jamás una queja, un reproche, una palabra fuerte, pero tengo que trabajar 14 horas, y extras en los feriados para mantener la casa, una señora para la limpieza y los delívery para todas las comidas. Cuida bien a los 4 nenes que tenemos, el más chico de 8 meses y el mayor de 4 años, pero cuando llego cansado tengo que ayudarla a atraparlos para bañarlos, darles la cena,  porque no sabe ponerles límites y todo es un descontrol. No puedo ver ni 10 minutos la TV ¡No aguanto más esta vida!, pero decime ¿Cómo hago para dejarla? ¿Qué sería de mis hijos con esa madre cariñosa, pero más inútil que bocina de avión?.  Si uno se enferma, o lastima tengo que acudir corriendo, porque a ella nunca se le ocurre que hacer.  Y ya está en camino el quinto, Nora siempre quiso seguir buscando la nena-.
Era notorio que Mario buscaba un consejo que le aporte un escape a su camino sin salida. Lo excluimos de la encuesta de divorcios, lo tendremos en cuenta si elaboramos una sobre posibles futuros suicidas.
Los que Tenían entre 5 a 15 años de unión, se mostraron más predispuestos a
platicar, como una necesidad imperiosa de expresarse. Solo un 20 % dijeron sentirse bien con su cónyuge. Los restantes manifestaron que estaban juntos por costumbre, o por una obligación social o familiar, pero que la rutina invadió sus vidas, aunque a esto lo superaban las traiciones, despechos y engaños. Confesaron que ante los demás, inventaban sonrisas y frases amables, pero en la intimidad, todo era reproches y gruñidos, ya que no encontraban razones que justificaran al otro, ni perdón para las culpas.  Calificaron a sus parejas como inmaduros, carentes de valores, egoístas, egocéntricos. Evidenciaron un gran resentimiento, lo que nos hace suponer que si bien llegaron a superar los 5 años (o bodas de madera), difícilmente lleguen a festejar los 15 años (o bodas de cristal, este material se rompe fácilmente).   
Cuando entrevistamos a individuos con más de 3 lustros de casados, (excepto un 10 % que optó por no dialogar), fueron algo contradictorios. Habían decidido ignorar a su pareja, no pensaban en el pasado ni acariciaban recuerdos. De los buenos momentos solo obtenían nostalgia, y de los peores el desamparo, que había convertido sus corazones en escombros. Notamos que, si bien se mostraban determinados a no pensar en el otro, no dejaban de rumiar rencores y ansias de desquite y represalia. 
A los cuatro grupos les recabamos su parecer sobre el divorcio. El primero,  parecía o no quería entender de qué hablábamos. El segundo lo aprobaba. El tercero y el cuarto bendecían a los legisladores que promulgaron esa ley. Como es el caso de Elena, que está esperando la sentencia que la libere de lo que llamó sus “cadenas”. Nos contó que inició el juicio contradictorio, ya que su marido se había negado para no afrontar los gastos, pese a tener excelentes ingresos. Era tacaño y egoísta, la última vez que la llevó al cine fue a ver “La violetera”, todo su tiempo lo perdía remendando y reparando lo que él se negaba a comprar. Hasta que se enteró que el dinero que le negaba a ella, lo dilapidaba en por lo menos cuatro amantes, y además nos confió que seguramente también en toneladas de Viagra.
Finalmente, los que participamos de estas encuestas, excepto en los que recién habían emitido sus votos de amor eterno, pudimos notar que flotaba en el ambiente un clima, que iba desde la desilusión, hasta la declaración de guerra, y por lo tanto, concluimos que son fiables las datos emitidos por la Dirección de Estadísticas y Censos.
Una de las periodistas que intervino en las encuestas, María, en las noches le costaba conciliar el sueño. Se identificaba con las alocuciones de algunas mujeres, volviendo a su memoria su ex consorte, al que estoicamente había soportado y, esa actitud suya tan nociva, la había llevado, en un minuto de arrebato, a hacer añicos en aquella dura cabeza, que terminó con 8 puntos de sutura, el preciado e imponente jarrón de porcelana de la bisabuela. Ese fue el final, no solo del jarrón, también de su relación. Era un tema que hubiera preferido dejar en el olvido, pero su jefe le había encomendado el trabajo que le llevó días y por fin había concluido. Pensando en esto, se entregó distendida al abrazo de Morfeo.
                                                                                                    
ENTREVISTA A UNA PAREJA CON MÁS DE TRES LUSTROS DE CASADOS: OMAR Y ESTHER.  

María llegó descansada a las oficinas del periódico en que trabajaba, ese día entregaron finalizada la tarea que la había tenido insomne, el tema divorcio que trataron le había afectado al recordarle el suyo.
El informe presentado satisfizo al jefe, al punto que decidió ampliarlo con una  plática con una pareja, que seleccionó entre los entrevistados. Llamó a María entregándole un listado de preguntas que él mismo había preparado. Ella lo aceptó renuente, otra vez tendría que lidiar con su mente caprichosa, empeñada en endilgarle un pasado ingrato.
-Señor, ¿quiere que haga estas preguntas textuales?
-Por supuesto, me costó tiempo y esfuerzo formularlas.
-Es que va a depender de las respuestas que obtenga, es una pareja desavenida, voy a necesitar improvisar sobre la marcha.
-Señorita, hace un mes que trabaja con nosotros y, aunque estamos conformes con su rendimiento, tiene que acatar mis órdenes tal cual se las doy.
María se retiró rumbo a la casa de Omar y Esther, pensando en vos alta –tenía que ser hombre, no tiene experiencia de campo y cree saberlo todo, me puso de mal humor, mejor me calmo, me espera un laburo difícil, por ese idiota…
Ya en la casa del matrimonio, fue recibida amablemente por Esther, quien preparó café y llamó a su marido.
Se sentaron a la mesa del comedor y comenzó el interrogatorio:
-¿Qué puede rescatarse de positivo tantos años juntos?
-Si nos hubiéramos separado hace mucho tiempo tal vez recordaría algo positivo, pero haber tenido que aguantarla 34 años no me deja pensar en eso.
-¿Aguantarme? sin mi te morirías de hambre y andarías roñoso porque no sabes hacer nada, tu vieja no te enseñó ni a hacer un huevo frito, ni a lavarte los calzoncillos.
María apuró la segunda pregunta:
-Esther, ¿de qué manera tu corazón se convirtió en escombros?
-Cuando volvimos de la luna de miel, me llevó a vivir con mi suegra, yo sí tuve que tener aguante para soportarla, en esos tiempos ya mi corazón se empezó a romper.
-Ya te estás metiendo con mi vieja, como siempre!
-¡Calláte!, ¡la pregunta es para mí! -Como te decía, después, cuando por fin nos fuimos a nuestra casa, él no estaba en todo el día, con la escusa de que tenía que trabajar mucho para pagar la hipoteca. Cree que soy estúpida, que no veía ni veo como mira a su secretaria, pero si cree que me importa, está muy equivocado, y cuando vi la caja de bombones, que le compró para el día de la secretaria y les puse pimienta, fue solo porque me equivoqué de envase, mi idea era darles un toque de canela. ¡No imaginás el escándalo que hiso cuando volvió de la oficina!
-No soy tarado, lo hiciste a propósito para hacerme quedar como el cu... este…
para avergonzarme, y lo peor fue que Nora invitó a todos los compañeros.
-¿Puedo seguir respondiendo “mi” pregunta? -No sabés el infierno que son las
vacaciones, y cuando vuelve borracho, y lo que le molestan mis amigas, y ya no quiero recordar más. ¡Cómo no voy a tener el corazón hecho escombros!
El ambiente se estaba poniendo caldeado, pero la periodista, aunque turbada,  debía seguir:
-¿Se dejaron de querer? Y si me responden con un sí ¿Qué significa quererse?
-¿Cómo crees que se puede querer a alguien que te ignora y te engaña?
-Esther ¿cómo debo decirte que no tengo nada que ocultar con Norita?
-¡Ahora no es Nora! ¡Es Norita! Y la que no oculta nada es ella, con esas polleritas que parecen cinturones largos y esos escotes para mostrar los kilos de siliconas que se puso. 
-¿Querés que te diga que es querer? ¡Es no arruinarle la vida a un hombre casándose con él!
Habían comenzado a levantar la voz y María, bastante preocupada, continuó:
-Si se plantearon la idea de divorciarse, ¿para qué lo hacen? ¿El objetivo es material?, ya que me resulta que la idea de soledad está instalada en su pareja.
-Por supuesto que sí, es más, quisiera llamar ya a mi abogado y vivir el resto de mi vida tranquilo. Y el objetivo material es de ella, que estoy seguro va a querer quedarse con todo.
-En cuanto termine esta entrevista también voy a llamar a un abogado y a mi amiga Celia, la contadora, para que me ayude con los cálculos, ya que me acusa de materialista lo voy a ser. Son 34 x 12 igual a 408 meses de servirle a este señor, como empleada doméstica sin cobrar sueldo. Deben ser por lo menos 4.000 o 3.500 $ mensuales, o sea 4.000 x 408 es igual a (esta calculadora de porquería), es igual a… ¡más de un millón y medio de pesos, y lo que Celia agregue de intereses!
Con estas respuestas, María ya se había puesto nerviosa, esperaba que al abordar lo que seguía, se calmara la situación:
-¿Cómo se conocieron? ¿Tienen hijos? Si es un sí, ¿Qué significan para Uds.?
-Nos conocimos en la fiesta de casamiento de mi mejor amiga y si tengo hijos, dos nenes, Adriancito y Pablito. Significan todo, son mi vida, ahora que pienso en ellos, son lo único positivo de mi extinto matrimonio.
-Esther, tienen 31 y 33 años los “nenes”, y para no fastidiar a nuestras nueras como vos, para mí son Adrian y Pablo. Por fin estamos de acuerdo en algo, son lo único bueno que nos pasó.
La cronista tuvo unos minutos de sosiego, pero al leer lo que faltaba perdió nuevamente la calma, y las últimas preguntas salieron atropellándose.
-Omar, ¿te sentiste traicionado por tu mujer? ¿Cuál fue el momento en que dejaste de sentirla como tu pareja?
-Me sentí traicionado desde los primeros meses de casados, y en la medida en que la iba conociendo. Supo disimular muy bien durante los años de noviazgo,  era dulce, comprensiva, decía querer a mamá y después la llamaba bruja, solo porque quería enseñarle a ser una buena ama de casa como ella, cosa que nunca aprendió. Desde que nacieron los chicos sentí que dejamos de ser pareja. Eran y son lo único que le importa, además de sus amigas.
-Frente a lo que Omar te haya hecho ¿Qué represalia tomarías contra él?
-Si te lo digo y lo publicás, seguro que Omar lo usaría en mi contra en el juicio de divorcio.
-Dicen que la indiferencia mata al hombre, ¿Ustedes se murieron hace cuanto tiempo?
-Yo sigo viva, el que se va a morir es él cuando sepa la demanda que ya estoy planeando. Celita me va a conseguir el mejor abogado.
-Ya voy a preparar las valijas y me voy a casa de mamá, ¡no te soporto!
-¡Andate Omar! Y no vuelvas con el caballo cansado ¡aquí no entrás más!
-Perdoná por esta escena querida, pero vos preguntás y preguntás…
Omar se había retirado dando un portazo, seguramente a acomodar su ropa para abandonar su hogar, y María, sin saber que decir, se despidió de Esther, con un sentimiento de culpa que la tenía al borde de las lágrimas. Necesitaba meditar sobre lo ocurrido y decidió caminar las calles que la separaban de su casa, pensando que su entrevista había terminado por convencer a esa pareja de divorciarse. Fue repasando cada pregunta con sus respuestas, las comparó  con las que ella hubiera realizado, de no ser por la imposición intransigente de su jefe, y comprendió quien era el verdadero culpable. Sintió alivio y al mismo tiempo una gran indignación, y levantando los ojos al cielo exclamó: – ¡Querida bisabuela Sara! ¡¿Por qué no me dejaste dos jarrones de porcelana?!


                                                                                        MABEL (octubre 2013)

domingo, 15 de septiembre de 2013

Desayuno Mareado



Para Manuel y Josefina


En la mesa del desayuno solo faltaba el café, aunque todavía estaba en la cafetera ya avisaba con su aroma que se acercaba el momento de su entrada.
Las florcitas de las servilletas eran tan reales que tenían olor a Fresia y a jazmines, de las tazas todavía vacías querían salir volando los pajaritos pintados a mano, la leche descansaba en la lechera custodiada por una mariposa, sobre la mantequera pastaba contenta una vaca, un frasco rebalsando de dulce casero de tomate que había preparado con su receta secreta la abuela Clara,  un plato multicolor se alzaba con una pila de tostadas que completaban el paisaje esa mañana.
Cuando Tobi llego a desayunar todavía con lagañas en los ojos, tenia la chocolatada recién servida, a él le gustaba bien dulce, estiró la mano pero no había cuchara en la azucarera, tampoco tenía cucharita sobre su mantelito cuadrillé, miró alrededor y no había ninguna cucharita en la mesa.
-Má, no tengo cuchara- dijo Tobi, mientras se le escapaba un bostezo
-Ahora te la alcanzo- dijo la mamá
Y las cucharas no estaban en la mesa, ni en el cajón de los cubiertos, ni arriba de la mesada. Empezaron a preguntarse
- Donde podían estar? Porque se habrían ido?
Tobi, mamá y Feli, que venía entrando a la cocina abrazado a su osito de peluche, se pusieron a buscar las cucharitas por toda la casa.
Buscaron en la heladera, adentro del microondas,
-Debajo de la alfombra podrán estar? - Preguntó Felipe
-O estarán detrás de las cortinas?
-Se habrán metido en la mochila de Tobi que estaba en la silla de la cocina?

Revisaron debajo de los almohadones, en la bolsa de los mandados, en el cajón de los repasadores y ya no sabían en que otro rincón buscar.
-Las encontré, las encontré - gritaba alegre Felipe mientras festejaba levantando los brazos, saltando y revoleando por el aire a su osito.
- Adonde están?- Preguntaban mamá y Tobías.

En el living, todas mezcladas con las cucharitas de todo el mundo que mamá coleccionaba y exhibía en una vitrina.
El osito de Felipe, que podía hablar con las cucharas, les preguntó curioso
-Porque se escondieron?
Y la cucharita más chiquita le contestó un poco aturdida,
-No estábamos escondidas, después de tantas vueltas revolviendo un café, nos mareamos y no pudimos encontrar el cajón.
Listos para volver a la mesa del desayuno, mamá cuenta las cucharitas, una, dos, tres…
-Falta una - exclama
Entonces escuchan una vocecita chillona que gritaba desde atrás de un portarretrato
-Acá estoy, acá estoy.

Y colorín colorado… este cuento ya ha desayunado.


                                                                                     Julia
                                                                                     18/08/2013
                                                                                     



EL VENDEDOR DE SUEÑOS

                   



Dicen que dicen y andan diciendo que un robo increíble están investigando, faltan tres mediodías y una décima de un año. Don Din, el relojero fue designado perito para ayudar al juez a determinar si hay delito y es desde entonces que busca en relojes de bolsillo, en los de las altas torres

                   
El vendedor de sueños.

      Pepe Nonino tiene un extraño trabajo que anuncia en un cartel con letra prolija y colores pastel: “Se sueñan  sueños por encargo,  envasados y a granel”. Sueños largos, sueños cortos a la medida de cada quien se acerca, encarga el suyo y lo retira después, encerrado en una almohada para disfrutar con él. Los sueños no retirados, vaya a saber porqué, se quedan en una canasta y son sueños a granel, que se venden más baratos porque, de tanto esperar, se van marchitando un poco y a veces, de no creer, se mezclan con otros sueños, se hacen amigos tal vez y juegan a la ronda del uno, dos y tres.
       Un día llegó una nena que tenía un gato siamés y había enfermado de insomnio hacía poco más de un mes. Le encargó a Pepe un sueño que fuera largo y gatuno. Pepe estuvo a punto de decirle “es imposible” pero lo enterneció la carita del gato con ojeras y los bigotes caídos y accedió al pedido de la nena. A tamaña aventura se largó inmediatamente: se subió a los tejados, se tiró a tomar sol un poco despatarrado y merendó galletitas con forma de pescado. Así anduvo varios días, no era fácil la empresa, porque para fabricar un sueño hay que usar bien la cabeza.
        Pepe Nonino Morrongo un día sintió que era ideal para dormirse y cuando la luna llena asomó, todo se volvió negro pero por sólo un ratito ya que después los colores fueron dibujando un gatito en su sueño y la noche transcurrió entre ronroneo y maullidos, ovillos todo enredados, almohadones destruidos por uñas muy afiladas de un auténtico felino. Ay! Qué liviano era Pepe, gato en aquel sueño, como una nube de plumas, como de algodón etéreo, como de copos de azúcar que saben a caramelo. Lo despertó una paloma que confundió su cordón con apetitosa lombriz y todo tomó otro cariz ya que, de tan livianito, Pepe se había elevado y en la punta de una antena había quedado enganchado. Qué susto, casi me caigo, dijo Pepe ya despierto y ¡qué suerte palomita que ya como gato no pienso! sino tu equivocación hubiera sido fatal aunque, pensándolo bien, no siempre es ese el final y así recordó Nonino: hace años conocí a la gatita Pelusa que compartía su plato con zorzales,  palomas y otras aves en mi patio. Y ahí nomás dejó de perder su  valioso tiempo y envasó su sueño en un almohadón calentito porque se venía el invierno.
        Esta es la historia chiquita de un vendedor de sueños.

                                                                                   Patriciaôôinvierno2013




miércoles, 11 de septiembre de 2013

CAMALEÓN

En la cocina había dos grupos bien definidos: “Los patitos”, nombre que se atribuía el centenar de fósforos ubicados en la esquina de la mesada,  y el pequeño “Camaleón”, un simpático magiclic,  que tenía obnubilada a toda la familia García.
-         Lo pienso, lo pienso y aún no creo lo que está pasando. Exclamó Carlos Fosforet, a quien le costaba pensar que estaba pasado de moda. Ese día amaneció angustiado porque Clara García quiso poner la pava en el fuego y le había costado prenderlo. Después de eso no dejaba de rascarse la cabeza por el ardor que le provocó ese intento.
Varios de sus amigos lo empujaron de a poquito para que Clara volviera a utilizarlo. Esa marca en la cabeza lo ponía en un lugar incómodo, porque Carlos era así, o todo rojo o todo negro. Se lamentaba que en su mundo no existieran las peluquerías.
Matilde Cla, esposa de García, veía como su hija Clara intentaba encender la hornalla sin éxito.  Fue hasta la cartera y ahí apareció, elegante, esbelto. Fue el delirio de “las patitas”, comentó indignado uno de los fósforos que ya estaba en el tarrito de “usados y a la basura”,  en referencia al magiclic que ingresaba en su mundo.
Entre los fósforos y “Camaleón” parecía comenzar una guerra. Miedo, incertidumbre, diferencia,  sintieron los Fosforet mientras dialogaban entre ellos al recordar su vida sin el  intruso.
-         ¡Ojo, que antes deben enfriarse! -Remarcaba Claudia Fosforet.
-           ¿Se acuerdan?- Preguntaba Miguel entre sollozos y suspiros,  porque se sabía incómodo y oloroso cuando se apagara.
La mamá de Clara solía gritarle eso a Fernando García que,  al levantarse por la mañana, no sabía ni lo que hacía y era capaz de prender fuego el tacho de basura. “ ¡Cómo le costaba levantarse a ese hombre!”, se reía Luis que, esa semana, había batido el record en  ser el más usado, hasta lo cargaba a Carlos por  que él estaba todo negro,  ni Clara sabía de dónde agarrarlo y por esto no se quejaba.
 – Éste Carlos es un canchero, le da un toque original ese “raspado” en la cabeza, ¡¡jaja!!- reía Luis a carcajas mientras Fosforet le daba la espalda.
Mientras Clarita se disponía a cambiar, en la cocina se había formado una ronda entre “Los patitos”, que seguían cuchicheando. Pero  Camaleón les habló:
-         Buenos días a todos, mi nombre es Camaleón Orbis. Nací en una habitación muy grande, llena de máquinas.
Carlos le susurraba al oído a uno de los suyos que ya comenzaba a aburrirse y no le interesaba lo que tenía para contarles. Al notarlo, el Magiclic comenzó a teñirse de gris mientras caminaba despacito al rincón, lugar que le atribuyeron los García.
-         No seas bobo Carlos- lo retó su novia María cuando vio la tristeza en el rostro de Camaleón
-         Pero ¿no viste lo que nos hizo? ¡nos desplazó María! Nos sacó de nuestro lugar. Nosotros ayudábamos a Clara, a Matilde a calentar sus infusiones para que se vayan a trabajar contentos y felices, si hasta a Fernando cuando se comía todo y necesitaba su tecito digestivo lo ayudábamos…
-         Te estás comportando como un egoísta. ¿Le preguntaste a Camaleón cómo se siente? ¿Por qué está acá con nosotros,  y no con sus amigos, su familia? Pero claro, cómo se me ocurre preguntarte esto si nunca tuviste la posibilidad de decirle ¡hola! Qué feo Carlos…
Los demás escucharon la conversación de los Fosforet y decidieron ir a buscar a Camaleón qué, cuando los vió acercarse, comenzó a ponerse naranja.
Esa noche en la casa de los García se había organizado una fiesta. Los Patitos organizaban la mesada como si fuera una pista de baile. Hacían espuma con la esponja para los más atrevidos, encendían el extractor de aire cuando entraban en calor al compás de la música que venía del comedor. Varios de los Fosforet sacaron a bailar a Camaleón que, con un traje verde hacía suspirar a las patitas. Lo rodeaban, aplaudían y el Magiclic sonreía y cantaba. Carlos lo observaba con el ceño fruncido. De repente,  todos se quedaron inmóviles cuando Fernando ingresó a la cocina e intentó calentar agua para servir a sus invitados unas tazas de café. Observó la mesada y miró extrañado cómo podía ser que los fósforos y el magiclic estuvieran tan desordenados.
“Los Patitos” se empezaron a mirar con miedo a que alguno sea encendido y se pierda la fiesta. Pero Fernando no les prestó atención y agarró a Carlos que estaba apartado del grupo,  más rojo que de costumbre. Intentó prenderlo pero por el sudor del enojo, Carlos no funcionaba y Fernando,  lo tiró contra la esquina tratándolo de “¡fósforo inútil!”, dejando a éste con un feo ardor en su cabecita. Camaleón advirtió la situación y amarillo como estaba,  llamó la atención de Fernando para que lo utilizara. Sin éxito, dejó el magiclic junto a Carlos, se fue para el comedor y, a que a esa altura,  había olvidado para qué estaba allí.
-         ¿No tenés nada para decirle Carlos?- le advirtió María tras el dolor de panza que tenía Camaleón luego que Fernando se la apretara fuerte.
-         No te preocupes María, ustedes son mi familia y pese a ser distintos servimos para lo mismo,  sino ¿cómo haría Clarita, Matilde y Fernando para tener calentitas sus infusiones cada mañana y tarde cuando retornan a casa?
-          Así es- vociferó uno de los Patitos que observaba a Carlos y le hacía señas con el mentón hacia delante,  para que se acercara a Camaleón y lo abrazara.
-         Mirá Camaleón, yo no soy de esos que andan abrazando libremente,  pero sí no voy a negarte un gracias, gracias por solidarizarte ante mi situación.
Sin decir nada, María y las patitas comenzaron a bailar con la música que venía del comedor, mientras los Fosforet y Camaleón las seguían entre risas y menéo.
Fernando entró a la cocina luego de acordarse lo que iba a hacer. Matilde le gritó desde el comedor para cuándo iban a estar los cafés,  y los demás advirtieron la presencia de Fernando qué, sin dejar de bailar, y mientras el resto le guiñaba un ojo,  salío corriendo creyendo que era demasiado tarde para seguir despierto. Los patitos y el Magiclic no podían parar de reírse y siguieron así toda la noche. Clarita los observaba y disfrutaba de los pequeños fuegos artificiales convertidos en chispas que salían desde su cocina.

Mariana

Septiembre 2013

jueves, 6 de junio de 2013

Un festejo de cuatro décadas


El timbre de la sirena sonó en punto. Era el cumpleaños número cuarenta  de la Piola. No le hizo falta abrir los ojos ya que su noche había sido un desvelo. La inglesa la zamarreó a los gritos al compás de un “¡feliz cumpleaños!”,  con sonidos de metal y guitarra de rejas. Agradeció sin ánimos de festejo.
La abrazó y le agradeció estar allí. La celda plateada, brillaba con las guirnaldas hechas de diarios y revistas que habían recibido de alguna visita dominical.
Las compañeras más cercanas de “la Piola”, apodo que Mirta obtuvo al segundo día de arresto por haberle conseguido a “la Jefa” un paquete de cigarrillos sin filtro, le prepararon un juego de tacitas de café que confeccionaron en el taller de cerámica que compartían cada martes a las siete de la tarde. Las decoraron con su nombre,  rodeado de la imagen de una paloma hecha con el punzón oxidado de una vieja interna. “La Inglesa”, quién compartía su celda, había logrado que Mirta no concurriera al taller para no enterarse.
Cumplía 40 años y aún la perturbaba el recuerdo del estruendo del día que la condenó a la tumba. Lo seguía queriendo a pesar de todo. Se frotó los ojos para borrar la imagen y se predispuso a seguir a su compañera,  mientras seguía risueña por las guirnaldas que veía en el camino al horario de desayuno.
La Jefa” calló a todas, cerraron las cortinas emparchadas con rapidez, mientras Quica apretaba el “play” del último grabador de cinta que quedaba en la Unidad.
A “la Piola” le transpiraban las manos. Caminaba lento mientras descubría nuevas manchas en las paredes que siempre le hacían recordar al juego en que mirás al cielo y ves pasar las nubes creando diferentes formas,  aunque cada jugador siempre termine viendo un conejito.
Le sorprendió la oscuridad del pabellón porque allí era todo rutinario; a esa hora siempre estaba iluminado. Tantea el primer toma de luz que encuentra y escucha un catarro aguantado con el sonido de una melodía conocida,  cantada por el Sapo Pepe al compás del Feliz Cumpleaños de todas sus compañeras. Se abrieron las cortinas de golpe y,  Mirta quedó observándolas una por una. Se le notaban unas lágrimas que corrían por sus mejillas de la emoción de saberse festejada y querida como hacía tiempo no sentía.
La Cata”  había colaborado en la decoración del bizcochuelo, quien le agregó un Mickey Mouse del chocolate Jack que le había traído la  madre para su nena de un año. Ella fue la que consiguió el casette dentro de la guardería del Penal. Otra música de cumpleaños no había. Solo canciones de Karina y Daniel Agostini se escuchaban en las celdas y alguna que ponía La Renga o Los redonditos de Ricota; pero eran las menos.
-         ¡Un aplauso para la Piola de las cuatro décadas! Alentaba “La Jefa” desde la punta de la mesa larga,  que habían preparado con grandes cantidades de jugo Mocoretá, sándwich de paleta y fiambrín y,  de postre, alfajorcitos de maicena rodeados de grana roja, en honor al club de los amores de Mirta.
Dos guardias custodiaban el evento, mientras las internas bailaban y se hacían chistes unas con otras. “La Piola” no quiso que haya lentos en su festejo,  aunque “la Jefa” consiguió el tema de Ricky Martin “fuego de noche, nieve de día” porque sabía que era su favorito.
Quica y Beatriz ayudaron a prender las velas de cera rosa, “la Cata” encendía nuevamente el feliz cumpleaños con el que todas comenzaron a aplaudir, mientras Mirta pedía sus tres deseos entre sollozos , y la sirena empezaba a sonar para advertir que ya era la hora de retornar a sus celdas.       



Mariana Quintana

lunes, 20 de mayo de 2013

AUTORRETRATO, de Mabel Nuñez


Soy muy intolerante con lo que me desagrada y también con lo que me gusta si alguien me lo presenta como imposición, creo que lo adquirí al nacer, cuando la obstetra, en lugar de convencerme por las buenas de que respire, me obligó a hacerlo moliéndome a golpes. Era la costumbre de la época, seguro me marcó, porque desde que tengo recuerdo no acepté órdenes, lo que me trajo muchos problemas especialmente con mi padre, que tenía mi mismo carácter podrido.
Detesto la cumbia, el cuarteto y el rap. Si un vecino escucha esos ruidos molestos, le respondo con música a un volumen más alto y, si me ocurre en un taxi, no puedo evitar protestar antes de ponerme auriculares con mis canciones preferidas, en su mayoría tristes y dramáticas, a tal punto, que una de mis mejores amigas  me dijo que cuando quiera suicidarse, si le falta coraje, le bastará con escucharlas para tomar la decisión indeclinable. Si no fuera porque siento la libertad como el bien más preciado, cuando pasa un automóvil con ese bochinche a unos decibeles que me enfurecen, le pediría a un viejo amigo que colecciona armas, una que tiene una mirilla con rayo láser para no errarle, no me perdonaría destruir a un inocente, tengo un gran respeto por la vida.
Recibo las visitas de amigos, compañeros o conocidos con gran complacencia, porque lo hacen porque si, porque quieren y me aprecian. En cambio los parientes, que a mi pesar heredé, a excepción de mi querido hermano político, me resulta una molestia. Nunca me aceptaron tal cual soy, ante sus ojos de amas de casa perfectas y esposas tolerantes, soy un desastre. Pero insisten en mantener el contacto porque nos une, no el afecto, sino un rollo de ADN.
Cada vez que por causas de fuerza mayor, debo consultar a un médico, voy preparada para contradecir y dar por terminada la entrevista de malas maneras:
logran cambiar en un segundo mi habitual amabilidad. No pasa lo mismo con mi psicoterapeuta, con quien las peleas son tan equitativas, que le tengo cariño.
Soy amargada y pesimista, pero no me gusta andar por la vida sembrando ortigas, por lo que desarrollé un gran sentido del humor, que suele ser urticante.
Muchos dicen que de lo malo pudieron sacar algo bueno, yo en cambio busco en lo bueno algo malo, y siempre lo encuentro. Hace un año, una amiga, recurriendo a hábiles tretas que me impidieron rechazarlo, me trajo un gatito abandonado. Es cariñoso, me brinda compañía, duerme en mi cama, me sigue por toda la casa, de la que le quedan pocas cosas por destruir. Si no respondo a sus demandas grita como torturado y, su medular curiosidad me desequilibra y desespera. Esa linda y dulce bestia a la que adoro, hace mi vida miserable.