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Helicón... Taller de exploración de la palabra. Surgió en el Taller de Arte de Diag. 73 Nro 2065 como un espacio de lectura y escritura grupal. Se transformó en otro espacio de intercambio de alegría, escritura, lectura y anécdotas de 7 mujeres con ánimo de "decir". Y para decir al mundo, nace este lugar que da vida y se nutre de comentarios y textos del Taller con el afuera. Integrantes: Victoria Guzner Delia Urretaviscaya Patricia Cuscuela Patricia Crescenzo Mariana Quintana Lorena Rodríguez, Alicia Canutti, Mabel Nuñez y una especie de guía, quien escribe esta presentación: Analía Rodríguez Borrego. Bienvenidos!!

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jueves, 7 de noviembre de 2013

La prima Marga

     Los minutos pasaban y él no llegaba. Carmen comenzó a impacientarse. Cuando decidió que la espera había terminado, un mozo se acercó con un ramo de flores y una tarjeta que decía “Estás hermosa”. 
     Carmen vivió casi la mitad de su vida sola, aceptó que si no se rendía a los nuevos tiempos, no podría cumplir uno de sus más importantes sueños, había llegado el momento de ocuparse del tema.
     Hizo un repaso de su historia, primero se había dedicado a estudiar, se graduó con honores y se dedicó a viajar por el mundo. Después agregó títulos y posgrados. Luego, un buen trabajo y su obsesiva dedicación para forjarse una carrera, la habían mantenido ocupada. 
     Era de las mujeres que despotricaba con sus amigas en contra del valor que tenían la belleza y la juventud, comparadas con otros valores que ellas poseían. En sus charlas, la pareja también era un tema recurrente y una de las asignaturas pendientes de Carmen. Cuando tomó conciencia de eso, fiel a su personalidad, trazó un plan de acción y se puso a trabajar en él.
     Sin dejar de lado su profesionalismo, definió el objetivo: planteó claramente las metas y asignó los tiempos a cada suceso, para que el proyecto fuera exitoso. Midió los recursos necesarios para cada acción y al sopesarlo, con la gratificación que le brindaría el resultado, decidió que esta vez, trataría de correrse de los vicios profesionales y olvidaría optimizar los recursos. 
     Comenzó haciendo una lista de todos los posibles candidatos que conocía, en la que incluyó desde el gerente del banco del que era clienta, hasta el paseaperros que cruzaba con su manada cada mañana y la saludaba con una sonrisa. 
     Luego analizó los lugares posibles donde conocer personas.  
     –Mejor fuera del trabajo - se dijo y puso en el listado el supermercado, el cine, el estacionamiento y hasta el gimnasio, lugar que hacía años no pisaba. Y no tenía intenciones de hacerlo. 
     Entre todas las opciones, se decidió por internet. Las ventajas consistían en que lo haría desde su casa, en cualquier momento y se sentiría cómoda al no mostrar su imagen, esa parte suya a la que no se había dedicado. 
     Se sentó un sábado de lluvia frente a la PC de escritorio, la prefería a la notebook, era de su generación. Empezó analizando y comparando páginas de citas. Todas tenían búsquedas por edades e intereses, algunas pedían más datos y ofrecían mayor confidencialidad. Eligió la que le brindaba mayor seguridad. 
     Se preparó un café y creó su perfil. Escribió sin faltas de ortografía todo lo referente a su formación, películas y libros favoritos, comidas preferidas, idiomas que hablaba y países que deseaba conocer. Dudó en poner el año de nacimiento aunque apretó enter. Cuando llegó a ‘Cargar fotos’, en un acto desesperado subió una de lejos de su prima Marga, más delgada, atractiva y joven que ella. 
     A la hora de elegir el nick se le ocurrió Medicen_charlotte, original y sugestivo, pensó.      Fue lo mismo que pensó Carlos. 
     El viernes a la noche abrió la bandeja de entrada y vio como titilaba la pantalla, había recibido varios mensajes. Entre algunos desubicados y otros poco interesantes, uno que la sedujo. 
     Hizo click en el perfil de Carlos y se desplegaron varios renglones que daban cuenta de sus cualidades y gustos, se decía caballero, compañero, le gustaban los animales, las plantas, la música, disfrutaba de la compañía de amigos y familia. Le gustaba su trabajo y estaba comprometido con él. 
     Había en el perfil una sola foto, y mostraba a un señor morocho, bronceado, alto, con un cuerpo atlético que se destacaba sobre un fondo de aguas cristalinas. A Carmen le pareció buen mozo. Dedujo que le había escrito porque la descripción física de la mujer que él buscaba, coincidía con la de la prima Marga. 
     Carmen respondió con un mensaje corto, para ocultar el miedo que la apresaba, pero se fue olvidando de esos detalles cuando comenzaron a chatear. 
     Se citaron en la red un martes a la noche y para el viernes, ya fueron el uno para el otro. El hombre le contó anécdotas divertidas, y se interesaba por todo lo que ella le contaba, coincidieron en gustos y aficiones. Carmen volvió a tener Fe. 
     Chatearon todas las noche durante un mes y medio. Aunque entró en pánico el día que Charles, como le decía cariñosamente, la invitó a que se encontraran. 
     Inventó un viaje por trabajo que la tendría afuera un par de meses, partiría esa misma semana, tenía que organizar las valijas, quien cuidaría de su casa, las plantas, el perro, las carpetas que debería llevar y establecer su agenda de reuniones. Prefería dejar el encuentro para su vuelta. 
     Mientras se conectaba a horas extrañas para evidenciar la diferencia horaria y le contaba a Carlos las peripecias de abrir una oficina en Bogotá, Carmen visitó al nutricionista, sacó un pase free en el gimnasio, y consultó a la esteticista. Implementó tratamientos con electrodos, ondas rusas, ultracavitacion, peelings. Compró cremas de placentas de animales exóticos y hasta quizá, haya pasado por el cirujano. 
     En esos casi dos meses, Carmen se fue obsesionando con los tratamientos y con los resultados. Se miraba incontables veces al espejo, contaba las calorías consumidas y hasta las que gastaba a cada paso con un reloj deportivo con esas funciones que compro en internet. Su carácter siempre sereno se fue alterando y ni siquiera se juntaba con sus amigas a tomar el té para no tentarse con las masas. 
     Cuando el cambio fue evidente, el deseo de encontrarse con su hombre creció, y la mentira se hizo insostenible. Anunció su regreso. 
     Trató de disipar su ansiedad con una técnica que aprendió en un curso de respiración y era la primera vez que utilizaba. Se tomó el día en el trabajo y se internó en el spa, se hizo la manicure, fue a la peluquería y pasó por el shopping a comprar alguna cosita que la hiciera sentir una diosa. 
     Antes de salir se miró al espejo, ya no había gran diferencia con su prima. 
     Cuando Carmen entró al restaurant, Carlos aun no había llegado, se sentó en una mesa y esperó. 
     Los minutos pasaban y él no llegaba. Decidió terminar la espera y en ese momento, el mozo le acercó un ramo de flores. 
     Carmen sonrió y dirigió la mirada hacia la barra. Desde allí, haciendo un guiño, se acercaba un señor que rengueaba, era petiso, con poco pelo, barba blanca y anteojos anticuados. Tenía una cicatriz en la frente y una prominente panza.

Julia 
octubre 2013

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