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Helicón... Taller de exploración de la palabra. Surgió en el Taller de Arte de Diag. 73 Nro 2065 como un espacio de lectura y escritura grupal. Se transformó en otro espacio de intercambio de alegría, escritura, lectura y anécdotas de 7 mujeres con ánimo de "decir". Y para decir al mundo, nace este lugar que da vida y se nutre de comentarios y textos del Taller con el afuera. Integrantes: Victoria Guzner Delia Urretaviscaya Patricia Cuscuela Patricia Crescenzo Mariana Quintana Lorena Rodríguez, Alicia Canutti, Mabel Nuñez y una especie de guía, quien escribe esta presentación: Analía Rodríguez Borrego. Bienvenidos!!

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domingo, 15 de septiembre de 2013

EL VENDEDOR DE SUEÑOS

                   



Dicen que dicen y andan diciendo que un robo increíble están investigando, faltan tres mediodías y una décima de un año. Don Din, el relojero fue designado perito para ayudar al juez a determinar si hay delito y es desde entonces que busca en relojes de bolsillo, en los de las altas torres

                   
El vendedor de sueños.

      Pepe Nonino tiene un extraño trabajo que anuncia en un cartel con letra prolija y colores pastel: “Se sueñan  sueños por encargo,  envasados y a granel”. Sueños largos, sueños cortos a la medida de cada quien se acerca, encarga el suyo y lo retira después, encerrado en una almohada para disfrutar con él. Los sueños no retirados, vaya a saber porqué, se quedan en una canasta y son sueños a granel, que se venden más baratos porque, de tanto esperar, se van marchitando un poco y a veces, de no creer, se mezclan con otros sueños, se hacen amigos tal vez y juegan a la ronda del uno, dos y tres.
       Un día llegó una nena que tenía un gato siamés y había enfermado de insomnio hacía poco más de un mes. Le encargó a Pepe un sueño que fuera largo y gatuno. Pepe estuvo a punto de decirle “es imposible” pero lo enterneció la carita del gato con ojeras y los bigotes caídos y accedió al pedido de la nena. A tamaña aventura se largó inmediatamente: se subió a los tejados, se tiró a tomar sol un poco despatarrado y merendó galletitas con forma de pescado. Así anduvo varios días, no era fácil la empresa, porque para fabricar un sueño hay que usar bien la cabeza.
        Pepe Nonino Morrongo un día sintió que era ideal para dormirse y cuando la luna llena asomó, todo se volvió negro pero por sólo un ratito ya que después los colores fueron dibujando un gatito en su sueño y la noche transcurrió entre ronroneo y maullidos, ovillos todo enredados, almohadones destruidos por uñas muy afiladas de un auténtico felino. Ay! Qué liviano era Pepe, gato en aquel sueño, como una nube de plumas, como de algodón etéreo, como de copos de azúcar que saben a caramelo. Lo despertó una paloma que confundió su cordón con apetitosa lombriz y todo tomó otro cariz ya que, de tan livianito, Pepe se había elevado y en la punta de una antena había quedado enganchado. Qué susto, casi me caigo, dijo Pepe ya despierto y ¡qué suerte palomita que ya como gato no pienso! sino tu equivocación hubiera sido fatal aunque, pensándolo bien, no siempre es ese el final y así recordó Nonino: hace años conocí a la gatita Pelusa que compartía su plato con zorzales,  palomas y otras aves en mi patio. Y ahí nomás dejó de perder su  valioso tiempo y envasó su sueño en un almohadón calentito porque se venía el invierno.
        Esta es la historia chiquita de un vendedor de sueños.

                                                                                   Patriciaôôinvierno2013




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