Para Manuel y Josefina
En la mesa del desayuno solo faltaba el
café, aunque todavía estaba en la cafetera ya avisaba con su aroma que se
acercaba el momento de su entrada.
Las florcitas de las servilletas eran tan
reales que tenían olor a Fresia y a jazmines, de las tazas todavía vacías querían
salir volando los pajaritos pintados a mano, la leche descansaba en la lechera
custodiada por una mariposa, sobre la mantequera pastaba contenta una vaca, un
frasco rebalsando de dulce casero de tomate que había preparado con su receta
secreta la abuela Clara, un plato multicolor
se alzaba con una pila de tostadas que completaban el paisaje esa mañana.
Cuando Tobi llego a desayunar todavía con
lagañas en los ojos, tenia la chocolatada recién servida, a él le gustaba bien
dulce, estiró la mano pero no había cuchara en la azucarera, tampoco tenía
cucharita sobre su mantelito cuadrillé, miró alrededor y no había ninguna cucharita
en la mesa.
-Má,
no tengo cuchara- dijo Tobi, mientras se le escapaba un bostezo
-Ahora
te la alcanzo- dijo la mamá
Y
las cucharas no estaban en la mesa, ni en el cajón de los cubiertos, ni arriba
de la mesada. Empezaron a preguntarse
-
Donde podían estar? Porque se habrían ido?
Tobi,
mamá y Feli, que venía entrando a la cocina abrazado a su osito de peluche, se
pusieron a buscar las cucharitas por toda la casa.
Buscaron
en la heladera, adentro del microondas,
-Debajo
de la alfombra podrán estar? - Preguntó Felipe
-O
estarán detrás de las cortinas?
-Se
habrán metido en la mochila de Tobi que estaba en la silla de la cocina?
Revisaron debajo de los almohadones, en la
bolsa de los mandados, en el cajón de los repasadores y ya no sabían en que
otro rincón buscar.
-Las
encontré, las encontré - gritaba alegre Felipe mientras festejaba levantando
los brazos, saltando y revoleando por el aire a su osito.
-
Adonde están?- Preguntaban mamá y Tobías.
En el living, todas mezcladas con las
cucharitas de todo el mundo que mamá coleccionaba y exhibía en una vitrina.
El
osito de Felipe, que podía hablar con las cucharas, les preguntó curioso
-Porque
se escondieron?
Y
la cucharita más chiquita le contestó un poco aturdida,
-No
estábamos escondidas, después de tantas vueltas revolviendo un café, nos
mareamos y no pudimos encontrar el cajón.
Listos
para volver a la mesa del desayuno, mamá cuenta las cucharitas, una, dos, tres…
-Falta
una - exclama
Entonces
escuchan una vocecita chillona que gritaba desde atrás de un portarretrato
-Acá
estoy, acá estoy.
Y
colorín colorado… este cuento ya ha desayunado.
Julia
18/08/2013
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